La invitada internacional a la Cumbre Líderes por la Educación, explicó la importancia de enseñar sobre educación sexual en las escuelas, desarrollar una sexualidad saludable y cultivar conocimientos sin vergüenza o tabúes.

Durante sus 30 años de experiencia trabajando con niños y adolescentes, Shafia Zaloom ha centrado su vida en crear espacios para tratar las dificultades de los jóvenes en un diálogo abierto y ayudarlos a desarrollar los conceptos de consentimiento, respeto y seguridad como la base de sus relaciones. Además, esta profesora adjunta de la Escuela de Educación de Harvard se dedica a desarrollar planes de estudio y capacitaciones para escuelas de Estados Unidos con el propósito de enseñar a los jóvenes cómo construir relaciones saludables.

¿Por qué empezó su interés en la educación sexual y las relaciones saludables?

Shafia Zaloom: Empecé como trabajadora social en los centros de tratamiento apoyando a niños y jóvenes que habían sido abusados, con adicción a las drogas o provenían de entornos difíciles. A medida que los fui conociendo, entendí que faltaba en sus vidas orientación, ejemplos a seguir y espacios educativos seguros que afirmaran y validaran sus necesidades como el cuidado y el afecto. Entonces, descubrí que quería dedicarme al trabajo preventivo, a enseñar educación para la salud.

¿Cuáles son los impactos sociales de la enseñanza en educación sexual en todos los niveles formativos?

S. Z.: Cuando educamos a los jóvenes en un diálogo abierto sobre su cuerpo y cómo funciona, además de cómo lo que eligen puede afectar su bienestar y el de los demás, se sienten más inclinados a tomar decisiones responsables que los mantengan sanos y seguros. Aumenta la probabilidad de desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas, aprenden a poner límites y a protegerse contra los abusos. Todo esto conlleva a disminuir los embarazos no deseados y a reducir las enfermedades de transmisión sexual.

¿Por qué es necesario hablar de sexualidad en los colegios?

S. Z.: La educación sexual es un derecho universal. Tiene que ser responsable, apropiada para la edad y conectarse con el nivel de desarrollo de los niños. Realmente se trata de normalizar la conversación sobre sexualidad y bienestar sexual. Al empoderar a los jóvenes con el conocimiento, usando un lenguaje apropiado se previene el daño, se promueve el respeto y el cuidado. En mi clase busco entregar información concreta y enseñarles cómo aplicarla en sus relaciones interpersonales para que conduzca a relaciones sanas que se basan en una conexión auténtica, límites apropiados y una comunicación efectiva.

¿Cuáles son los desafíos más comunes que enfrentan los adolescentes en relación con la educación sexual?

S. Z.: El desafío, en nuestro tiempo, es que valoramos más el trabajo, el logro y no lo equilibramos con la relación socializadora. Muchos jóvenes aprenden y reciben información confusa sobre sexualidad de los medios, los entornos digitales y de sus amigos. Esa falta de conocimiento dificulta la forma de relacionarse con los demás y conlleva a casos de acoso o violencia sexual porque no conocen cuáles son los limites. Además, los padres son el principal educador sexual en la vida de un niño, pero muchos de ellos no recibieron esta educación entonces necesitamos que otras personas lo hagan y lo hagan bien.

Desde su experiencia, ¿qué recomendaciones le daría a Colombia para disminuir las tasas de violencia y acoso sexual en los entornos escolares?

S. Z.: Los estudiantes deben ser el centro de atención a la hora de educar. Hay que involucrarlos en los procesos y preguntarles sobre sus necesidades para crear dinámicas en los salones que los ayuden a asociarse y a resolver problemas desde la paz, el amor, el respeto mutuo y el cuidado. Además, es necesaria una inversión mayor de recursos en educación sexual y enseñar a los estudiantes sobre el consentimiento para crear una cultura de empatía e inclusión que beneficien a toda la comunidad.

¿Qué necesitamos para lograr una mejor educación sexual?

S. Z.: En primera instancia la educación sexual se debe considerar como una prioridad de salud pública. En una cultura que empuja a los jóvenes a desconectarse y prioriza el desempeño, ellos requieren más orientación. Necesitamos repensar la forma de abordar la sexualidad, crear programas, sistema de valores y hablar de manera consistente en las escuelas de sexualidad, de cómo ser buenas personas y conectarse con los demás.

¿Cuál es su visión para el futuro de la educación sexual en la sociedad?

S. Z.: No lo tengo muy claro, pues aún hay mucho camino por recorrer. Creo que debemos avanzar en cómo conectamos, cómo llevamos nuestra humanidad a nuestras relaciones, cómo vemos a la humanidad, a las otras personas y cómo cultivamos la capacidad de amar y ser amados y poner más amor en el mundo. Esa es mi esperanza y mi sueño.